La realidad es siempre objetivamente subjetiva.
Por tanto está fuera pero se genera dentro.
El problema es no comprender o querer quedarse en lo que se ve.
Es como en una película, querer quedarse en los personajes, paisajes y tiempos que en ella se contempla.
Son aparentes pero no son contingentes.
La vía del guerrero es ver más allá de lo que ve. (esbribe Miguel Mochales -maestro Zen- en su libro Trilogía Mujer Zen)
En nuestra película interior, la dificultad surge en la identificación con los personajes, las emociones, los pensamientos obsesivos, actitudes, posturas … en esa identificación el cuerpo se va esculpiendo, volviéndose rígido, soldando estructuras insanas, plásticas corporales fijas…. El movimiento, la danza, el juego, los viajes, la poesía, el teatro, la literatura, la interacción con el otro/a… nos ayudan a salir de esa identificación, de la personalidad mecánica, dándonos la posibilidad de la mirada nueva, de la actitud adaptativa, del cuerpo flexible y creativo en movimiento.
¡Bailemos la vida, pues!