En el Día Mundial contra el Cáncer de Mama proliferan los lazos rosas por doquier, puede que tengan una intención loable de querer visibilizar de algún modo la gravedad del asunto.
La situación lo amerita aunque sólo sea para dar cuenta que 1 de cada 8 mujeres pasamos por un cáncer de mama, siendo el tumor maligno más frecuente entre las mujeres en todo el mundo.
Agradezco la ayuda que pueda ser bien intencionada de esos lazos y pido luz y recursos para entender y atender las necesidades reales de las mujeres que lo vivimos en nuestros cuerpos y nuestras vidas, y créanme que la suavidad del lazo rosa tiene muy poco que ver con la dureza del proceso que vivimos en los años de múltiples terapias y tratamientos.
Creo que es preciso indagar y cuestionarnos ¿Qué tipo de sociedad estamos conformando para que los distintos tipos de cáncer sean cada vez más comunes en las sociedades occidentales? ¿Qué tipo de vida insana hacemos que nos lleva a vivir en un permanente estrés físico y emocional? ¿Por qué nuestras células se enferman? ¿Porqué aumenta tanto el cáncer de mama? ¿Qué relación guarda el cáncer de mamá con la posición y condición que tenemos las mujeres en el mundo? ¿Qué tipo de sociedades conformamos que nos lleva a destruir, a contaminar y a maltratar la Madre Tierra igual que se maltrata a las mujeres? ¿Qué tipo de sociedad construimos en donde las cualidades ligadas a lo femenino, a los cuidados y a la reproducción de la vida tienen tan poco valor? ¿Cómo son nuestros vínculos afectivos y los roles de poder entre las parejas, y cómo se relaciona todo ello con la invisibilidad de la mujer a lo largo de la historia?
La suavidad del lazo rosa tiene
muy poco que ver con la dureza del proceso
Son preguntas para las que no tengo todas las respuestas. Sí me queda la experiencia y el aprendizaje grabado en mi cuerpo. En mi vivencia me ha quedado muy claro, que lo que las mujeres en procesos de sanación de cáncer necesitamos son menos lazos rosas y más medidas reales y efectivas que nos ayuden a transitar este proceso de Sanación.
1) Políticas que apoyen la investigación en los laboratorios con presupuestos reales. Los recursos que se saquen de los contenedores de vidrio rosa son maravillosos como apoyo, pero no son suficientes para una política de I+D de un país.
2) Visión integral de la enfermedad en los hospitales: tratamientos en los que se considere la enfermedad de un modo integral, ya que es una enfermedad multicausal. Somos cuerpo, emoción y espíritu y nos enfermamos desde todos los cuerpos y también desde todos ellos nos sanamos.
3) Concienciar al personal médico en los hospitales para integrar métodos complementarios (muy costosos por cierto, que pueden ayudarnos a mejorar la calidad de vida y a curarnos en menos tiempo).
4) Denuncia de una industria farmacéutica que se lucra de la quimioterapia, instaurada como protocolo oficial en los hospitales, cuando hay casos en los que es posible aplicar otros tratamientos que no son tan abrasivos para nuestros cuerpos.
5) Mayor vigilancia de ciertos pseudo profesionales que buscan lucrarse de la situación de vulnerabilidad en la que nos encontramos, vendiéndonos métodos milagrosos cuando realmente solo quieren nuestro dinero.
6) Apoyo psicológico para esos momentos y que sea apoyado por la sanidad pública, tanto para las mujeres que lo sufren directamente como para sus familiares más inmediatos, que lo viven y son afectados también por ello.
7) Políticas sociales de apoyo para esos momentos en los que no puedes trabajar. En el mejor de los casos necesitas una baja por 1-2 años ¿Qué empresa lo aguanta? quizás tengas derecho a paro y después no hay más. Y si eres autónoma o ama de casa la situación empeora considerablemente. Nos vemos obligadas a vivir de nuestros ahorros, si los tenemos, o con el apoyo de nuestras familias.
8) Políticas para la Igualdad real y efectiva que transformen la sociedad rompiendo con el machismo, los estereotipos y discriminación de género, los abusos sexuales, la violencia… (Todo esto enferma la dignidad femenina y enferma la sociedad). Apostar por la transformación de la sociedad del patriarcado en la sociedad de los Cuidados. Una sociedad que tome conciencia y aprecie los valores femeninos ligados al cuidado y reproducción de la vida, el respeto y cuidado de la naturaleza y de las personas.
9) Necesitamos también el respeto de nuestras familias y amistades, apoyo (no consejos) para tomar las decisiones que consideremos oportunas sobre los tratamientos a seguir. Muchas veces la discrepancia entre las voces internas, lo que pide nuestro cuerpo y por otro lado las opiniones recibidas de amistades y familiares generan mucho ruido; frases como «no llores», «tú eres muy fuerte» no son de gran ayuda, pueden ser demoledoras en momentos de mucha fragilidad. Y, ahí está nuestro trabajo interno, buscar la ayuda profesional y el acompañamiento necesario para darle espacio a todos los sentires, aprender a gestionar la emociones y fortalecer las voces que provienen de la sabiduría interna.
Seguro que hay muchas otras cuestiones que yo no recojo y otras mujeres pueden dar fe también de ello.
Una vez superada la enfermedad queda el último peldaño, ¡volver a la vida cotidiana insertarse en el mundo laboral para volver a tener derechos! Conseguir entrar de nuevo en el mundo profesional, sustituir el tiempo completo dedicado a recuperar la salud con decenas de terapias por una jornada laboral productiva para el sistema.
Los obstáculos internos se procesan pasito a paso y las células vuelven a recuperar las vibraciones con la salud… con mucha constancia y cuidados preventivos. Superar los obstáculos externos para recuperar la vuelta a lo cotidiano, como el deber de trabajar y el derecho al trabajo (dice la Constitución Española)… esa es otra travesía. Las empresas no les interesa el tema, las y los políticos miran para otro lado, la sociedad está adormecida, entretenida hablando de los temas clásicos por excelencia.
En mi particular caso, lo que nadie podrá quitarme es el aprendizaje de superación y de fortaleza para afrontar obstáculos y miedos. Realizar un «máster en salud» experimentando la teoría en mi propia piel hasta la recuperación de la confianza en mis capacidades y potencial. La consciencia de la fuente de mi poder interno. La esperanza en la capacidad de sanación del ser humano, la dicha de gozar y escuchar mi cuerpo y percibir su impermanencia. El agradecimiento por la vida que me habita y que me ha sido regalada. El despertar de mi naturaleza femenina instintiva como guía de vida. El despertar la Loba sabia que llevo dentro. Ciertamente, este ha sido uno de los mayores regalos que me ha traído el cáncer.
El aprendizaje de apreciar los pequeños detalles. La consciencia de que hay una inteligencia Superior que dispone y armoniza todo, y que es infinitamente superior a las capacidades de mi pequeña mente pensante. El valor del Amor con mayúsculas, la gratitud por los apoyos recibidos de las personas que realmente me quieren y me siguen dando la mano.
Todo ello me queda como recursos y fortalezas que sólo pueden seguir multiplicándose. El camino me ha hecho más fuerte, más sensible y también más vulnerable, en suma más humana. Y si algo del aprendizaje adquirido en esta camino puede ser de apoyo para otras mujeres y quizá algún hombre, aquí estoy.
Rubi Alonso Sierra
“Ser fuerte no significa ejercitar los músculos o la flexión. Significa encontrarse con lo luminoso de unx sin huir, viviendo activamente con la naturaleza salvaje de una manera propia. Implica ser capaz de aprender, ser capaz de sostener lo que sabemos. Significa sostenerse y vivir”.
Clarissa Pinkola Estés