Ser mujer no nos garantiza que no seamos reproductoras de un sistema patriarcal machista que nos oprime a mujeres y hombres. Y sí, algunos tienen más privilegios que otras, eso es un hecho demostrado por la realidad cotidiana y por las estadísticas y hay conductas inadmisibles.
Y con todo también las mujeres seguimos reproduciendo y sosteniendo el patriarcado, desde la inconsciencia y desde la repetición de lo aprendido. Somos sus hijas, nacimos en él, crecimos con él. Si no nos cuestionamos y deconstruimos cada día, lo sencillo es interiorizar y reproducir las reglas de ese sistema tremendamente machista, unas y otros.
Muchas veces en mis talleres sobre cuerpo y género he oído a las mujeres, de toda posición y condición, decir que eso era antes que ahora no hay discriminación. Muchas veces he oído decir a mujeres comentarios en contra del feminismo, o decir “yo no soy feminista”. Y sí, todo el respeto y libertad de opinión, pero quizá si hubiéramos tenido la oportunidad de estudiar qué ha hecho por nosotr@s el feminismo a lo largo de la historia, no lo despreciaríamos y no le daríamos espacio a esas voces a las que les interesa mantener el statu quo y que nos han hecho creer que ser feminista es denostar y derrotar a los hombres.
Yo he sido educada por una mujer y he sufrido sus contradicciones; por un lado, quejarse de la discriminación sufrida como mujer en el trabajo y en su papel de madre y cuidadora; protestar por lo era una injusticia. Inculcarme que siempre tuviera mi independencia y mi autonomía y por otro lado educarme en unos valores en los que la mujer ha de estar disponible para cuidar y servir al hombre.
Porque «siempre se ha hecho así» y porque para muchas mujeres las consecuencias de revelarse pueden ser mucho peores que aguantar y seguir sosteniendo lo establecido, y desde ahí tratan de protegerse y proteger a sus hijas. “Así ha sido siempre” así lo hemos aprendido y transmitido por generaciones.
Yo también me he visto en estas contradicciones, reproduciendo conductas machistas, a pesar de los años de formación, lecturas y revisiones de vida… sí, yo también le he dado alguna vez, al hombre un peso y una responsabilidad que tendría que haber tenido la fortaleza de decir stop y liderar mi propia vida. Yo también me he visto actuando los roles estereotipados de género, a veces por no darme cuenta, a veces por comodidad, a veces por el cansancio que provoca la protesta y la reivindicación continua.
Por eso necesitamos revisarnos, deconstruirnos en lo cotidiano, en lo individual, en los vínculos y en lo social. Para plantarle cara a este sistema complejo en el que vivimos inmers@s. Y ésta ha sido una gran labor qué ha hecho y sigue haciendo el feminismo.
Las mujeres llevamos mucho tiempo, décadas, siglos… encontrándonos, reuniéndonos, deconstruyéndonos en los encuentros feministas, en los círculos de mujeres de diversa índole y seguimos necesitando de estos espacios. Bienvenidas las iniciativas de hombres para reflexionar, cuestionar, sentir y explorar los efectos perversos que se esconden detrás de la detección de un determinado tipo de poder y de tener supuestos o reales privilegios.
Por eso el feminismo sigue siendo un movimiento actual y necesario. Precisamos escuchar las voces de generaciones jóvenes, realizar una autocrítica continua y tomar caminos creativos que nos ayuden a darnos la mano. ¡Sí, caminemos junt@s, con lucidez y alegría!